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Marco Méndez, el ingeniero tras «El Bote Amarillo»

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Marco Méndez ha montando un servicio de recogida de aceite usado en Villanueva de la Cañada. Imagen tomada con un iPhone X.
© YOURHOMETOWN.

Por una octavilla. Así supe por primera vez de «El Bote Amarillo». Decía así: «¡Hola! En la fecha fijada pasaré a recoger el aceite usado de cocina que hayáis ido almacenado en las últimas semanas… ¡Gracias por apoyar el proyecto! Firmado: Marco».

Marco, sin más. Había, eso sí, una dirección de correo electrónico y una cuenta de Instagram con siete publicaciones, 81 seguidores, cuatro seguidos. Le escribí. Me contestó. Hablamos y le propuse quedar. No hubo respuesta. Ni la primera semana ni la segunda. A la tercera le volví a escribir. Esta vez sí respondió, para confesar su olvido. Los periodistas estamos acostumbrados a las negativas, los retrasos y las esperas, no a las disculpas. Agradecí la suya. Le propuse quedar de nuevo.

Son las tres de la tarde del 23 de febrero. Nuestra cita estaba concertada para dos horas después, pero un imprevisto de última hora nos obliga a adelantarla. Llego pronto. A las tres en punto suena mi móvil:

—Estoy fuera.

—Pasa, soy el del fondo.

El que pasa es Marco Méndez y el fondo es el Crumble Café, en la esquina de la calle Real con la Camargo. Intuía por nuestros mensajes que Marco Méndez era joven, pero su aspecto desenfadado y sus gafas a lo Harry Potter le hacen parecerlo más. En absoluto aparenta los 28 años que dice tener. Tampoco la experiencia vital que lleva detrás y la madurez mental que exhibe.

Marco Méndez no nació en Villanueva de la Cañada, pero siempre vivió aquí. Se crió aquí, estudió aquí, aquí participó como un vecino más en la vida local, desde la orquesta municipal donde toca el violín al equipo de fútbol. Y aquí sigue. Aunque, confiesa con resignación, no por mucho tiempo. La familia anda pensando cambiar de aires.

En 2011 comenzó el grado de Ingeniería electrónica en la Universidad Politécnica de Madrid. Sin tener todavía muy claro qué hacer, como suele ocurrir a esas edades, empezó a interesarse por las cuestiones medioambientales. Se marchó un año de Erasmus a Holanda, y allí colaboró con una startup de carácter social. Primero en un proyecto de batería portátil que se cargaba al andar; ahora con una linterna que sigue el mismo principio.

Al acabar sus estudios, Marco Méndez se sintió atraído por la energía fotovoltaica. Después por el reciclaje. Y de ahí , sin saber muy bien por qué, llegó al aceite. Quizá por su impacto ambiental.

—Es un residuo desagradable, no es cómodo. Pero sobre todo es engorroso, porque la gente tiene que desplazarse para llevarlo al Punto Limpio, y eso es un problema, está sujeto a un horario, no siempre está abierto.

Su mente emprendedora —le viene de familia, sus padres y su hermana tienen negocios. Ellos Chapoteos, una empresa de matronatación que gestionan en la Universidad Francisco de Vitoria; ella Charly’s Way, una academia de idiomas online que le obliga a vivir medio año en Dubai—, parió una idea simple, que suelen ser las mejores: plantear el reciclaje de tal modo que fuese más fácil hacerlo que no.

Le dio vueltas y llegó a la conclusión de que el método más efectivo era el más directo. Montó un sistema de recogida a domicilio. Lo llamó «El Bote Amarillo».

—¿Por qué?

—Creatividad. Me gustó el nombre. Respondía al color del residuo. Y como en mi modelo de negocio original entraba la idea de vender también un bote de recogida, tenía sentido un nombre que impactase. Aunque en realidad no se trataba de un bote amarillo, sino de uno de metal con el tapón de ese color.

JULIÁN DUEÑAS

Licenciado en Periodismo y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección de Comunicación y Publicidad por ESIC. Profesional con 30 años de experiencia, los últimos 15 de ellos como director de la revista GEO, puesto que simultaneó durante otros cinco años con la dirección de la revista gastronómica BEEF! La publicación fue galardonada con el Premio Nacional de Gastronomía bajo su dirección. Es miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).

1 Comment

  1. Me parece un proyecto interesante. Sé que el aceite usado es un producto complicado de reciclar, tal como ha explicado Marco. Personalmente, he estado acumulando aceite usado porque aprendí a hacer jabón para lavar, siguiendo la tradición de mi abuela. Esta experiencia me llevó a crear jabones cosméticos (con otros aceites, por supuesto) mientras trabajaba, ya que siempre he disfrutado mucho de experimentar y aprender.

    Inicialmente, pensé en desarrollar un proyecto de jabones, pero me he dado cuenta de que requiere muchos requisitos para poder comercializarlo, y a menudo me siento sola en este tipo de aventuras. En contraste, Marco cuenta con el apoyo de su familia para emprender, algo que a mí me falta.

    Actualmente, me dedico al arte y tengo una gran cantidad de ideas en mente. No sé bien por qué comparto esto, pero el hecho es que tengo un montón de aceite usado listo para reciclar, y el artículo me ha resonado profundamente. Creo que este proyecto merece más apoyo por parte del municipio y también mayor visibilidad para que más personas lo conozcan y se sumen a esta iniciativa.

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