Habíamos dejado nuestra primera parte del «paseo con Kipling» hablando con Alexia en su kiosco «News & Coffee». Cuando regreso al pueblo, se lo cuento a Kipling sin omitirle detalle. Como es un perro alegre menos cuando está triste, mueve la cola y da vueltas sobre sí mismo, llamando con sus piruetas la atención de los transeúntes. Como su euforia me da vergüenza, le hago parar. Luego le digo que News&Coffee no es el único caso de renovación urbana de kioscos, que hay más. Se detiene al instante, y sus ojos espantados como de rana amazónica se vuelven todo orejas. Otra vez.
Buenas noticias y grandes sonrisas
Good News Coffee es ese otro caso de éxito. Si para los kiosqueros la crisis supuso vender a pérdidas —en aquellos días nadie bajaba a la calle y ellos, aún sin ingresos, tuvieron que seguir pagando por el uso del espacio público, además de competir con las agresivas campañas de suscripciones digitales lanzadas por las editoriales, tal como denuncia Remedios Garrido García, presidenta de la ANVP, en la web de la Agrupación—, otros vieron en ella una oportunidad.
Así lo reconoce Jan Barthe Cuatrecasas, con apellido de resonancias “bufetescas”, uno de los cinco fundadores de Good News Coffee. Como he intentado hablar con él a través de Linkedin y Facebook sin conseguirlo, reproduzco una de sus declaraciones publicadas en la revista Emprendedores, dirigida por mi excompañero Alejandro Vesga, en las que habla de cómo surgió la idea. “El día que el quiosquero de nuestro barrio nos dijo que iba a cerrar pensamos si éramos capaces de redefinir su oferta, muy basada en el merchandising enfocado al turismo en los últimos años. Hicimos un estudio sobre la situación de los quioscos y decidimos rediseñar el concepto para crear una experiencia muy relacionada con lo que te apetece a la hora de leer una revista o comprar un libro o un periódico: aplicando el café. Y así nació la idea.”
Jan, licenciado en Derecho Internacional Financiero y Mercantil por ESADE y Máster en International Business Law por la Universidad de París, es un joven a todas luces inteligente, emprendedor y de posibles. Acaba de casarse con Marta Palatchi Gallardo, hija del fundador de Pronovias, y juntos forman lo que una revista ha dado en llamar “uno de los matrimonios más cool de la burguesía catalana”.
Kipling, que me escucha muy atento, ladea de nuevo la cabeza agradecido por la frivolidad de mi comentario. Los cotilleos, y más si son de gente guapa, le pirran como a todo hijo de vecino, pero como estamos a otra cosa le reprendo su curiosidad malsana, impropia y canina y reconduzco la conversación.
En abril de 2021, Jan abandonó la gestión de White Summer, una agencia con fama de hacerse cargo de las fiestas más pijas del verano catalán, para centrarse por completo en la expansión del negocio de los kioscos. Jan y su equipo están en contacto con varios ayuntamientos, tanto en España como en el extranjero, especialmente en grandes capitales como Londres, París y Berlín, donde asegura, están abiertos a modelos alternativos de prensa.
El concepto es siempre el mismo: generar una experiencia positiva en torno al kiosco.
El concepto es siempre el mismo: generar una experiencia positiva en torno al kiosco, acompañando la compra de la prensa de algo más. Al final, de lo que se trata, es de convertir el kiosco en un punto de encuentro del barrio.
En España cuenta con ocho locales en Barcelona y tres en Madrid. No todos son kioscos tradicionales, pero presentan una misma estética nórdica, como de escaparate de IKEA, nacida del estudio de diseño Querida. Un ejemplo es el ubicado en la calle Serrano de Madrid, que parece más una panadería moderna que un kiosco de prensa. Aún así es de agradecer el esfuerzo por no perder la esencia original de estos locales. “No queremos desnaturalizar lo que representa el kiosco”, insiste Jan en sus declaraciones a otros.
El concepto me gusta por lo que tiene de auténtico, pero tradicionalmente los periodistas, como recuerda el periodista y director del Instituto de Periodismo Constructivo, Alfredo Casares, en su libro La hora del periodismo constructivo, hemos sido entrenados para no ser ingenuos. Un descreimiento que Kipling suele echarme en cara a menudo, qué le vamos a hacer. Y aunque estoy dispuesto a creerle, aprovecho mi paseo por Madrid para ver qué hay de verdad en lo que me cuenta.
Visito dos de los tres kioscos que Goods News Coffee tiene en la capital: el de la calle Serrano 98 y el de la Avda. de Barcelona, junto a la estación de Atocha. El primero, como digo, es una tienda moderna, grande (140 m2) y anaranjada. Todo el local desprende una calidez de anuncio navideño y turronero que invita a quedarse una mañana contemplando la prensa que exhibe. El joven dependiente vende una sonrisa igual a la del emoti que adorna el local, y ofrece con simpatía auténtica lo que parece buen café. Como ya es tarde para tomar uno, y además mi interés está en los kioscos, le pregunto por el más cercano. Me remite amablemente al de Atocha. Hacia él me encamino.
Allí, como agazapada en el interior del local —el frío otoñal, madrileño y traicionero ha llegado sin avisar— encuentro a Mercedes Pajuelo. Joven, guapa y cohibida. De ojos grandes y boca generosa, Mercedes desprende el encanto inocente y servicial del estudiante en prácticas. Mercedes me atiende con la misma sonrisa que su compañero de Serrano cuando le pregunto qué venden allí.
Antes de contestar se enfunda una camiseta blanca corporativa y contesta de carrerilla, como un discurso ensayado, que café de Colombia, chocolate orgánico que mejora la concentración (sin gluten y sin azúcares añadidos), geles desinfectantes, kombucha, tés e infusiones varias, limonadas, smoodies, que son zumos de frutas naturales sin conservantes, y un poco de merchandising (termos, vasos de corcho, bolsas de tela…). Ah, también prensa española e internacional (encuentro un ejemplar de The New York Times) y revistas variadas, pero no muchas. Quizá sea porque su ubicación, junto a una parada de autobuses y frente a la estación de Atocha, no es la más idónea para detenerse un rato a hojear revistas y sí para echar un vistazo rápido y hacer un take away.