Tximo Gracia tenía que haber nacido en Alicante pero lo hizo en Barcelona un 26 de octubre de 1978. Es el cuarto hijo de José Gracia y Mercedes Colldeforns, un matrimonio barcelonés que se desplazó al sur por cuestiones de trabajo. Su padre, ingeniero industrial, tenía un puestazo en INESPAL, la Industria Española del Aluminio. Todo el metal ligero que se exportaba desde nuestro país pasaba por su mesa.
—El ginecólogo que ayudó a nacer por cesárea a mis hermanos estaba en Barcelona, y mis padres pensaron que sería mejor seguir con él.
Hasta los cuatro años vivió en Alicante. Después se mudaron a Madrid, a Las Rozas, donde ha pasado la mayor parte de su vida. Allí se crió y allí estudió. En San Miguel, un colegio público que en 2008 obtuvo la tercera mejor calificación de entre 1.208 centros evaluados por la Comunidad de Madrid. Allí tuvo su primer contacto con la música.
—Tenía diez años cuando decidí apuntarme a clases de música. Mis padres pensaron que aquello podría gustarme.
No se equivocaron. Empezó con el tambor. De ahí pasó a la flauta travesera y luego se atrevió con la guitarra. Se inició también con el solfeo en la Escuela Municipal de Las Rozas.
—Era un coñazo mortal, una tortura.
Hizo primero y segundo curso, después lo dejó. Años más tarde volvió a retomarlo y completó tercero y cuarto. Durante el instituto hizo también las pruebas para entrar en el conservatorio.
—Cuando llegué me encontré con unos tíos que me doblaban en edad y tocaban la guitarra como Paco de Lucía. Pensé que me había equivocado, que las pruebas eran para ingresar de profesor y no de alumno. Me mandaron a casa, por supuesto.
Tximo Gracia me pide con la mano que me aparte un poco. Vuelve a colocarse las gafas. Agarra el toro, que despide un nuevo chorro de fuego.
Aquel primer rechazo le desaminó. Dejó la guitarra y, ya con 20 años, se atrevió con la batería, esta vez algo más en serio. Desde los 18 había hecho pinitos con compañeros de la universidad, pero poco más. Incluso grabaron una maqueta.
—Hoy es muy fácil pero hace 20 años no lo era tanto.
El grupo no prosperó.
—No teníamos la ambición de dedicarnos profesionalmente a la música, así que cada uno siguió con sus cosas.
Las cosas de Tximo Gracia eran acabar sus estudios de Físicas en la Universidad Complutense… y la escultura.