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Tximo Gracia, la obsesión por el dodecadro

El artista local Tximo Gracia acaba de concluir su exposición Dodecaedros en el CC La Despernada, en Villanueva de la Cañada. He compartido con él una mañana en su taller-estudio para conocer cómo empezó en el mundo de la escultura y de dónde nace su particular obsesión por el dodecaedro, un polígono regular cuya geometría está vinculada con el estudio de la proporción áurea.

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Tximo Gracia deja con cuidado el toro sobre la mesa. Se quita las gafas, los cascos, los guantes y el peto, por este orden. Pasa la mano desnuda por el lomo del animal. Parece satisfecho. Después dice: “tengo hambre. Te invito a un café. Vamos en mi furgoneta”. Su furgoneta es una VW Caddy de color gris plata. En el corto trayecto que separa el polígono del pueblo me muestra la doble capa de ropa que lleva puesta. La superior está llena de pequeños agujeros. “Por el metal fundido. Lo peor es cuando se te mete por los pantalones. Por eso me he comprado el peto”, me aclara. Cuando aparca, me enseña también las botas. Son unas botas negras HRO Welder, especiales, de soldador, con diseño tipo montaña y sistema de apertura rápida, de suela resistente a altas temperaturas, puntera reforzada y completamente libre de metal.

            El bar está en un estrecha calle adoquinada. No hay más clientes que nosotros dos. La televisión tiene el volumen tan alto que resulta molesto. Temo por la grabación. Dan uno de esos aburridos programas matinales. La voz de la presentadora resuena en las paredes como en un cubo. Fuera luce el sol. La luz natural, sin embargo, apenas se percibe dentro. Nos sentamos al fondo. Tximo Gracia pide un tercio y un pincho de tortilla. Yo tomo un café con leche. Descafeinado.

            Mientras esperamos, pregunto por la transición de las piezas de jardín a la escultura de exposición.

            —Pura curiosidad. La curiosidad me llevó de un lado a otro. Soy autodidacta. He ido experimentando. Cada idea que tenía, la apuntaba. Si no podía hacerla en ese momento, la guardaba para más tarde. Había días que se me ocurrían ideas muy locas.

            Tan locas como el dodecaedro. Y los toros y los caballos en un país de toros y caballos. Dos motivos que son la base de sus esculturas.

            —Debe ser algo primario. No lo pienso mucho, la verdad. Si te fijas, todo son dodecaedros comprimidos. El caballo, eh, el toro no. El toro es otra cosa, es diferente. El dodecaedro, no sé por qué, tiene algo. De ahí surgió también la ballena, que es una escultura conceptualmente muy simple.

            Tximo Gracia come con hambre, como si tuviera prisa. Acelerado. “Llego temprano a trabajar y a estas horas…”, se justifica.

            —¿Qué te decía? Ah, sí, el dodecaedro. Me obsesiona. Me gusta mucho la geometría. El dodecaedro puede dar mucho de sí.

            Para tratar de entender su obsesión, me documento. El dodecaedro es uno de los cinco poliedros regulares convexos que existen. Aunque se conocía su existencia en tiempos prepitagóricos, es Pitágoras y su escuela quienes lo sistematizan y estudian con rigor. Ya en el Renacimiento, el artista Alberto Durero recurrió a ellos como modelo para sus estudios de perspectiva. Pero fue frai Luca Pacioli, el matemático precursor del cálculo y la contabilidad moderna quien, en su obra De divina proportione, estudia por primera vez su geometría y su vinculación con la proporción áurea.

El dodecaedro es uno de los cinco poliedros regulares convexos que existen. Fray Luca de Pacioli estudió por primera vez su vinculación con la proporción áurea

            La obsesión de Tximo Gracia con este cuerpo sólido le llevó a fantasear con él, primero en hierro, y más tarde, cuando se dio cuenta de que si algo salía mal no podía retocar, en el ordenador.

            —En el taller no tienes Control-Z. Aquí puedo retocar, probar cosas. Cuando termino de diseñar con el software 3D, sé al 90 % que lo voy a clavar. La figura va a ser así, la he visto antes.

            Cuando dice que la ha visto no miente. La ve con un software CAD de diseño asistido que le permite crear, modelar y analizar sus diseños en tres dimensiones. Después convierte las piezas en plano. Por eso ahora solo utiliza el acero cor-ten. “Es un acero especial, de los que se denominan autopatinables. Es una marca propiedad de ArcelorMittal”, me explica.

            —En el acero cor-ten el óxido, en lugar de desprenderse, forma una capita impermeable, finísima. Pero al ser impermeable, protege el material por dentro. Digamos que no se corroe. El acero normal se corroe hasta que se convierte en herrumbre. El cor-ten se corroe más lentamente. Por eso hay tantas esculturas de acero cor-ten en las rotondas.

            Es el material de escultores como Chillida y Oteiza, pero también de muchos otros. Como ya había empezado a manejar el acero cor-ten en sus jardineras, decidió emplearlo también en sus esculturas.

            —Es un material considerado como de lujo. Al trabajar, es un poco más duro que el acero, más incómodo de soldar, pero casi no notas la diferencia. Se parece al cuero envejecido. Me encanta.

            El acero cor-ten no abunda. Para conseguirlo tuvo que preguntar aquí y allá. Lo intentó primero en unos almacenes de hierro que había en Ventorro del Cano, pero no le hicieron caso. Y eso que en un año consume hasta cinco toneladas. Al final encontró un suministrador en El Escorial. La mayoría lo emplea para hacer jardineras y fuentes que vende a particulares a través de su web jardindeacero.com. Ahora también empieza a tener como clientes a paisajistas profesionales por la zona de Madrid.

            —Eso es lo que me ha dado de comer este año pasado. Perdona un segundo. Disculpa, ¿me pones otro tercio?

JULIÁN DUEÑAS

Licenciado en Periodismo y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección de Comunicación y Publicidad por ESIC. Profesional con 30 años de experiencia, los últimos 15 de ellos como director de la revista GEO, puesto que simultaneó durante otros cinco años con la dirección de la revista gastronómica BEEF! La publicación fue galardonada con el Premio Nacional de Gastronomía bajo su dirección. Es miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).

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