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Tximo Gracia, la obsesión por el dodecadro

El artista local Tximo Gracia acaba de concluir su exposición Dodecaedros en el CC La Despernada, en Villanueva de la Cañada. He compartido con él una mañana en su taller-estudio para conocer cómo empezó en el mundo de la escultura y de dónde nace su particular obsesión por el dodecaedro, un polígono regular cuya geometría está vinculada con el estudio de la proporción áurea.

Empezar

            —Te dan para vivir.

            —¿Las esculturas?

            —Sí.

            —La escultura de momento es un cuentagotas, algo esporádico, pero estos meses se está animando mucho. Aún así, el pan nuestro de cada día sigue siendo las piezas de decoración de jardines. De vez en cuando aparece un proyecto de escultura, de algún paisajista.

            —Las haces a medida.

            —Sí, claro, todo a medida. Pero es que no me hacen pedidos de cien jardineras. Nadie me ha comprado nunca un producto prediseñado de la tienda online. O casi nadie. Todo el mundo quiere algo a medida. Siempre, siempre. Al final ese es el valor que aportas. ¿Qué aportaría comprar una jardinera de medidas estándar? Para eso te vas a Leroy Merlin y compras una de fibra mucho más barata que la mía.

            —¿Qué tiempo te lleva hacerlas?

            —Depende. Entre que la cortas y la sueldas, luego la pintas y todo eso, pues unos tres o cuatro días de trabajo.

            —¿Y en el caballo?

            —Uf, ese fueron tres semanas de curro. Eso sin contar el tiempo de diseño, porque lo empecé hace año y pico. No sé cuántas horas he trabajado en el caballo. Empecé el diseño primero, y no es que ya haya estado trabajando todos los días durante un año en ese diseño, pero cada dos por tres volvía a cogerlo, lo miraba, me fijaba… El toro, sin embargo, empezó con una idea muy elemental, de un dibujo en un papel. Lo miré y dije: si hago esto en tres dimensiones, simplemente con una tira de hierro así, quedaría chulo. Y lo hice. Mira, hay una frase que leí una vez que me encanta. Dice: ¿cómo sería tu vida si hicieras cada día la idea que se te ocurre? Bueno, vamos a verlo. Tampoco soy un gran apasionado de los toros, pero uno llevó al siguiente y al siguiente. La idea surgió así, dándole vueltas de tuerca. Una vez y otra y otra y otra.

El toro empezó con una idea muy elemental, de un dibujo a papel. Lo miré y dije: si hago esto en tres dimensiones quedaría chulo. Y lo hice.

            —El toro no es una única escultura.

            —No, ya tengo el doce y el trece diseñados. Y voy a seguir dándole. Diseños de toros, a ver, he descartado algunos, bastantes. Habré hecho unos veinte. Al final se trata de jugar. Yo juego con ellos y busco darles más otra vuelta de tuerca. Si te fijas, desde el seis hasta el 11, en el fondo son lo mismo, con pequeñas variantes, vale. El doce, sin embargo, es parecido a estos, pero ya está troceado, como roto, deshaciéndose. Lo voy a titular La muerte del toro porque está ahí, como hecho polvo, con los cuernos torcidos, desmoronándose. Este va a ser el final de la subfamilia. Y se acabó esta idea. La siguiente tiene que ser nueva, radicalmente diferente.

            —Los acabados son distintos.

            —Bueno, sí. Esta —señala una en el ordenador— está coloreada con soplete. De hecho es una ballena pero los colores parecen de pez tropical. Con un soplete le sacas el color y luego está barnizado. Básicamente juego con este acabado y luego lo barnizo con un spray de poliuretano. O esta otra —me enseña otra— con acero cor-ten oxidado. Luego lo llevó a lacar al horno, en transparente o en transparente un poco ahumado, como el toro 10.

            —¿Y las exposiciones?

            — Sí, bueno, con eso empecé el año pasado, en verano. Dije, las esculturas las tiene que ver la gente.  Lo de la web está muy bien pero tiene que verlo la gente.

            Tximo Gracia vuelve al ordenador. “Mira”, me dice. “Esto lo hago encogiendo el decaedro. Ves, ya se empieza a intuir el caballo, pero si no lo intuyes, bueno… Esto es un poco lo que yo hago. Empiezo a enredar y veo qué pasa. Imagina que eres yo trabajando en casa, vale. Empiezo a dar vueltas y digo, hostia, esto puede ser la cabeza de un caballo. Sí, ahí hay un caballo mirándome. Verás, ahora voy a ponerlo de perfil. ¿Lo ves? Y luego hago este dibujo, lo corto y crack, eso es un caballo.

            —Pero ¿cuándo decides exponer?

            —Pues eso, que empecé el año pasado.

            Tximo Gracia mira el reloj. Es tarde. Nos levantamos. Paga —me invita al café— y salimos del bar. Subimos al coche. Volvemos al taller. En el recorrido me habla de su exposición. Es la primera en solitario. Cree que le permitirá darse a conocer localmente. Me habla también de sus planes de futuro. De cómo quiere introducirse en el mundillo de la hípica y buscar puntos de encuentro con el taurino. Piensa que ahí encontrará el nicho que anda buscando, clientes al que sus esculturas despierten sensaciones profundas y duraderas.

            Dodecaedros se inauguró en la sala Aulencia del Centro Cultural La Despernada, en Villanueva de la Cañada, el 10 de marzo de 2023, y se prolongó hasta el 27. La escultura del caballo, aupada a última hora sobre una plataforma, domina el rectángulo de paredes blancas y techos sin fin. En torno a él, como escoltándolo, hay otras nueve esculturas, dos murales y seis láminas colgadas de la pared. Están el toro y la ballena, pero también otras de extrañas formas nacidas de su imaginación.

            Mientras volvemos al taller la exposición es todavía futuro en la vida de Tximo Gracia. Antes de despedirnos con un apretón de manos me habla de fotografía, de una cámara de fotos que ha heredado de su padre. Escuchándolo no tengo todavía claro que le deparará su aventura artística, pero sí vislumbro su presente: no parar, seguir moviéndose.

            Son más de las 14:30 horas. Los gatos siguen allí, mirándome, tendidos al sol.

JULIÁN DUEÑAS

Licenciado en Periodismo y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección de Comunicación y Publicidad por ESIC. Profesional con 30 años de experiencia, los últimos 15 de ellos como director de la revista GEO, puesto que simultaneó durante otros cinco años con la dirección de la revista gastronómica BEEF! La publicación fue galardonada con el Premio Nacional de Gastronomía bajo su dirección. Es miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).

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