Así viví el ayuno del Ramadán

He decidido acompañar a Otman Aghmir “Oti”, vecino y amigo, y ayunar con él en su primer día de Ramadán. Cuando alguien me preguntan para qué, qué sentido tiene si no soy musulmán, mi respuesta es sencilla: para entender. Aunque solo sea por un día. Esta es mi crónica de un ayuno deseado.

Empezar

El primer consejo

El primer consejo que Oti me da es que me instale la app Muslim Pro. Ahí encontraré la hora exacta desde la que ya no se debe comer. También aparece el horario de los rezos, pero esa parte me la salto. Oti la tiene en árabe, pero la hay en español. La app es un clásico entre la comunidad musulmana. Basta decir que tiene más de 140 millones de descargas. Luego me dice: “hacia las 05:00 horas tómate un vaso de leche y un par de dátiles. Es lo que hago yo”. Con eso en el cuerpo hay que aguantar todo el día.

El jueves comienza el Ramadán. Oti se ha tomado el día libre. Suele hacerlo el primer día. Me levanto a las 06:45 horas después de haberme acostado a las 02:30 horas. Al programa con el que envío “28691” todas las mañanas, le dio por colgarse en el momento más inoportuno. Me toco volver a redactar buena parte del contenido. Por supuesto no me levanté a las 05:00 y no me tomé el vaso de leche con los dátiles. Estoy en ayunas desde las 10:30 horas del miércoles. Envío un wasap a Oti: “Feliz Ramadán. Ramadan mubarak. Empezamos”.

Me contesta a las 08:21 horas enviándome una imagen con la leyenda Ramadan kareen, la forma habitual de felicitar el Ramadán. Kareem significa generoso, por lo que podría traducirse como “que el Ramadán sea generoso”.

A las 09:15 suelo ir al gimnasio. Hoy no. Como no puedo beber agua, pienso que lo mejor es no forzar. A las 07:41, cuando he terminado de revisar la newsletter y espero la hora de lanzarla, echo de menos mi cafetito diario. A las 08:22, después de subir un post a Instagram sobre ApexVR, el nuevo centro de ocio que abrirá antes de Semana Santa, me acuerdo de que no me he tomado la pastilla de la tensión. La tomo siempre con el café y claro… Escribo a Oti: “tío, he olvidado tomarme la pastilla. ¿Puedo?” Me contesta al instante: “Deberías haberlo hecho antes de las 06:00 horas”. Y lo deja ahí. Pienso: la fastidié. A las 08:23 horas, como si disfrutase del momento, me escribe: “pero puedes tomarla ahora… sin café”.

La mañana pasa sin novedades destacables. Saco a Kipling, mi perro. Le doy un paseo y me vuelvo con algunas ideas. Ya en casa, me ducho y me siento frente al ordenador a preparar la newsletter del viernes. No hay mucho donde rascar, pero ese es el pan nuestro de cada día. Con ello, algo hay: el plan de asfaltado para la semana que viene, el equipo de fútbol de la UAX que gana el campeonato universitario, la UAX y su nuevo logo, Villanueva de la Cañada se suma a la Hora del Planeta de WWF …

A las 10:34 horas preparo un par de cafés. A mi mujer le toca teletrabajo y mi hija sale para la Universidad. El olor es tentador pero aguanto. Va a tener razón Oti cuando dice que es todo una cuestión mental.

JULIÁN DUEÑAS

Licenciado en Periodismo y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección de Comunicación y Publicidad por ESIC. Profesional con 30 años de experiencia, los últimos 15 de ellos como director de la revista GEO, puesto que simultaneó durante otros cinco años con la dirección de la revista gastronómica BEEF! La publicación fue galardonada con el Premio Nacional de Gastronomía bajo su dirección. Es miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).

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