La mortaja no tiene bolsillos
Una mañana Federico Corasaniti descubre una cámara en un poste apuntando a su casa. Una cámara sin dueño. No es de los vecinos de la zona; tampoco de la municipalidad. “A ver, tantos años trabajando con gente de la municipalidad… Conozco, ¿entendés?” Llama a la policía y estos al comisario. Se conocen. Se han visto muchas veces en lugares del hecho. Después llegan las notas pegadas en el limpiaparabrisas del coche. Tu hija va a este colegio. Tu hija sale a esta hora. Tu hija llega a tal hora…
Su hija tiene nueve años.
—Uno conoce el miedo cuando tiene hijos. Antes no. No sé si tú tienes hijos, pero yo lo mando todo a tomar por culo, como dicen ustedes. Si no hubiese tenido hijos no estaba acá. La situación hubiese sido otra.
En Buenos Aires la familia tiene un buen pasar. Casa propia, autos, colegios privados para los niños, vacaciones cuando querían, iban a esquiar, iban a la playa. Nada regalado. Cada uno con varios trabajos. “Politrabajo a full”.
— Mirá, yo allá tenía el de la policía, el de forense, en el hospital, una empresa de Medicina laboral, el de docente de la Universidad Nacional de San Isidro cátedra de Emergencias y docente de la Universidad de Buenos Aires cátedra de Medicina legal y jefe de trabajo prácticos. Cinco trabajos.
La cuarentena en Argentina fue durísima. Las noticias que llegan de Europa eran dramáticas: si agarras el COVID no lo cuentas. En aquel momento Federico Corasaniti es jefe del Servicio de Emergencias. Carolina Petrarca trabaja en Epidemiología de todo el departamento judicial de San Isidro. Miedo. Dolor. Muerte. Sufrimiento. Lo palpan, lo sienten. No solo la parte clínica, también la emocional. Quedan cicatrices difíciles de sanar. Carolina aún no se ha reconciliado del todo con la profesión. Federico algo más.
—No solo que entraba gente de 40 años con epocsemia… lo intubábamos, le tirábamos el respirador, lo inflábamos como un globo… y no le pasaba el oxígeno. Era desesperante para un médico. Se te terminan los recursos. Fue bravo.
Recuerda su teléfono sonando a cualquier hora del día y de la noche. 3:30 horas: hay un feminicidio en Tigre. O del hospital: doctor, necesitamos una autorización para suministrar más propofol en el shockroom. Insoportable. Apenas duerme. “Es como cuando estás en un barco y hay tormenta. Estás ahí, sí, te las arreglas como puedes, sigues y no te das cuenta”.
Para no despertar a Carolina, decide no dormir con ella. No ya en la misma cama, ni siquiera en la misma habitación. Al fondo de la casa, cruzando el jardín y la piscina, habilita una casita con un dormitorio, una pequeña cocina, un baño.
No solo la situación personal se resiente, la situación social también. El deterioro es evidente. Como médico forense, Federico Corasaniti no habla ni de oídas ni por lecturas de prensa. Lo ve todos los días. Cuando empezó en la morgue, en 2008, hacía un homicidio a la semana, un abuso sexual, en todo el departamento judicial. Cuatro o cinco municipios. Más de dos millones y medio de personas. Cuando decide marcharse eran 7 u 8 homicidios a la semana. Cada vez más violentos.
¿Sabés qué vinimos a buscar acá? Calidad de vida. No fue por la crisis económica ni por hacer plata. Se lo digo siempre a mis hijos: la mortaja no tiene bolsillos
—Yo sé que acá se quejan de cómo marcha la economía, de las izquierdas, de las derechas, de…. Pero acá la trama social no está rota, acá no existe el pueblo contra el pueblo, ¿entendés? Llega un momento en que pensás en hijos.
El cigarrillo se apaga. Lo vuelve a encender.
—Carolina ya tenía la idea, venía rondando. Yo le decía, mirá, no, ahora empezar de cero…
España. Italia. Ambas ideas se barajan. Los padres de ambos son de origen italiano. Unos del Véneto, otros calabreses. Ambos tienen ciudadanía italiana. Ponen unas cosas y otras sobre la balanza. España ya la conocen. Su hijo mayor, de 19 años, vive allí. Él ha ido dar charlas alguna vez sobre unas lesiones específicas en el cráneo. Fue el tema de su tesis para el doctorado de Medicina legal. Tiene contactos en la Complutense y también en la Autónoma. Tiene amigos españoles que son forenses y jefes de cátedra. Se brindan, se ofrecen. En Argentina, como profesional, tiene un techo. Gana España. La balanza nunca miente.
Cuando se retira del Poder Judicial y dice que se va a vivir a España, Federico Corasaniti renuncia a muchas cosas. También a una jubilación de las que llaman de privilegio. Una pasta.
—¿Sabés qué vinimos a buscar acá? Calidad de vida. Lo que buscábamos era justamente calidad de vida. No fue por la crisis económica, porque te vuelvo a decir, teníamos un buen pasar. Tampoco para hacer un pastón de plata… Eso ya… Eh, es lo que le digo siempre a mis hijos: la mortaja no tiene bolsillos. Yo nunca vi una mortaja con bolsillo. Y vi muchas. Y después, lo que les digo es que nunca salgan de casa peleados porque… He hecho autopsias de gente que… padres de 40, 35 años que se iban a trabajar, en la parada del colectivo, cruzan la calle y no vuelven más. Era un día más, era otro día más de la rutina diaria. Hay que abrazar mucho, hay que dar besos y no te vayas peleado con nadie porque vos nunca sabés cuándo te va a tocar. Es así.
Conozco a Fede y a Caro ,hace años . Fede tuvo casos emblemáticos y en autopistas que fueron cruciales para definir desde un asesinato,hasta clarificar un accidente. Cómo diríamos en Argentina un profesional elite . Caro fue la pediatra de uno de mis hijos ….. Para los que estamos en nuestra tierra fue una gran sorpresa la decisión que tomaron y lo digo desde un círculo muy íntimo. Las oportunidades y los frutos de aquellos que lo han dejado todo a nivel profesional y como persona ,hoy por hoy es una asignatura pendiente en nuestro bendito país . Hace que aquellos que tengan la oportunidad de probar aires nuevos ,le dé un sentido a la vida .
Si llegas a tener la oportunidad de volver a verlos , porfavor diles que desde el fin del mundo,en un lugar llamado Don Torcuato,partido de Tigre , Buenos Aires, Argentina.
Emiliano Salas pudo leer su historia.
Abrazo gigante
Estimado Emiliano, por supuesto que sí. Acabo de enviarle un «wasap». Mil gracias por su comentario. Reciba un cordial saludo desde España.
Julian, hacia tiempo que no leia algo como a mi gusta. Me ha fascinado la forma de contar la historia, ampliamente descriptiva, jugando a la rayuela en la frontera de la informacion y la narrativa. He viajado por un ratito a un policial el cual confidente de gafas oscuras y casi proscrito revela datos a un periodista que busca su Watergate. Gracias y felicitaciones!
Mil gracias!!! Me alegro mucho q le guste. Pruebe a leer también el perfil del padre Cristian. Quizá le guste también. Un fuerte abrazo
Estimado Julián! Que profunda esa descripción de ese ser humano tan cálido como lo es Federico. Hombre de gran corazón, compañero, siempre con las palabras justas. Tambien he tenido el placer de trabajar con él. Era un gusto para mí aprender desde su conocimiento. Cómo decimos en Argentina, es un crack! Caro, muy amable las veces que la traté. A muchos nos dió tristeza absoluta cuando supimos que emprenderia nuevos aires. Fue su decisión. Nadie lo aceptaba, bajo ningún punto de vista que él nos dejara casi desolados. En fin. Quedé apenada pero feliz por saber que él y su familia están bien. Dile por favor Julián, que aquí se lo extraña a horrores . Envíale de mi parte, Flavia y de mi hija Sofía, que vivirá en nuestros corazones eternamente. Y tú, un periodista de la hostia. Mil felicitaciones por la entrevista.
Claro que sí, Flavia. Se lo acabo de mandar. Mil gracias por tus palabras!!!
Conozco a esta hermosa familia !!!! Muy buena entrevista !!! Excelente . Me encanto .