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Federico Corasaniti, el hombre que sostuvo en sus manos el corazón de Maradona

Al cumplirse dos años de la muerte del astro argentino Diego Armando Maradona y en plena euforia del Mundial de Qatar, hablo con el médico forense que le realizó la autopsia. Después de unas horas con él, no sé si esta historia le cambió la vida o ya quería cambiarla de antes. Lo que sí sé es que ha sido diferente. Tanto que 18 meses después abandonó su oficio, agarró a su familia y vino a Villanueva de la Cañada para abrir un café-bar donde sirve desayunos a dos euros, milanesas con papas fritas y cócteles Moscow Mule.

Empezar

La muerte no es un momento

—Fede, ¿viste lo qué pasó? Se murió Diego.

—¿Qué Diego?

—Maradona, boludo.

La voz que interpela a Federico Corasaniti al otro lado del teléfono la mañana del 25 de noviembre de 2020 es la de Carlos Cassinelli, director de Medicina Legal de la Superintendencia de la Policía Científica de la Provincia de Buenos Aires, en Argentina. Jefe directo. Buen amigo. Se tutean.

—Bueno, nos juntamos en la estación de servicio de la ruta 9 vieja —le dice mientras suena otra llamada.

Federico Corasaniti obedece.

—Yo no era el médico en turno, pero cuando sos jefe estás para los temas gruesos, para las cosas grandes y no para el día a día.

Llama a Carol. “Me tocó”, le dice.

Sube al coche. Llega al lugar de los hechos. Una casa en el country San Andrés, en Tigre, un barrio privado, con garita de vigilancia y barrera donde solo se puede pasar con permiso o autorización de un propietario.

—Me sorprendió no la ausencia de lujo sino el desorden tipo abandono. Fue mi primera sensación.

La casa es una casa tres habitaciones. Diego Armando Maradona yace en una de la planta baja, en lo que parece pudo ser un comedor. La puerta que da acceso a la habitación no es una puerta al uso, sino de las de tipo acordeón. Está sobre una cama de plaza y media, tapado con un acolchado. Las persianas bajadas. Todo oscuro. Hay ampollas de medicación por el suelo. Huele a humedad.

—No tenía sábanas.

En la autopsia que le practica, Federico Corasaniti dictamina que Diego Armando Maradona murió de una insuficiencia cardiaca crónica reagudizada. Un edema de pulmón. Que agonizó durante más de doce horas. Que nadie lo vio, y si lo vio no lo quisieron ver o miraron a otro lado. Pero que aún no viéndolo tuvieron que oírlo, porque un edema agudo de pulmón hace mucho ruido. Guaggg-puf, guaggg-puf, guaggg-puf. Doce horas. Con espuma en la boca. Dictaminó también que hubo abandono de persona, que hubo negligencia, impericia e imprudencia.

—¿Querés otro café, amor? —pregunta Carolina.

—Vale, pero en tacita por favor.

Carolina lo mira de cerca.

—Te quemaste las pestañas. Del horno de pizzas, cuando lo prendés.

Pregunto qué sintió, qué siente un forense ante un cadáver como ese, si para él todos los cuerpos son iguales. Qué siente —si puede sentir— alguien que ha realizado más de 3.600 autopsias en los últimos 14 años.

—Me dio mucha pena. Siempre intenté separar el futbolista de la persona. No comulgo con sus ideas políticas ni con su forma de vivir, pero es indiscutible que jugando al fútbol era algo maravilloso, algo único, único. Las cosas que hacía eran únicas. Pero por más que yo no comulgue con él, no deja de darme pena, porque nadie merece morir así. Un ahogado, desde que cae al agua hasta que hay cese de las funciones vitales, son siete minutos. De 40 segundos a minuto y medio, quedas inconsciente. Pero vos, imaginate, una persona ahogándose en cámara lenta durante más de 12 horas. Digo más de 12 horas porque no sé si fueron 14 o 18 o 20. A mí los coágulos de las cavidades cardíacas me dicen esto: pasó más de 12 horas. Lo estudiamos en agonología forense. Lo explico mucho en los juicios orales: la muerte no es un momento, no es un tac y ya. La muerte es un proceso. El periodo agónico es aquel que una vez iniciado, la muerte es inevitable. Hay periodos agónicos cortos…

Me dio mucha pena. Nadie merece morir así. Imaginate una persona ahogándose en cámara lenta durante más de 12 horas. Y digo 12 oras porque no sé si fueron 14 o 18 o 20. Lo explico en los juicios orales: la muerte no es un momento

—Perdonen, vienen a comer, doctor. Me preguntan por las empanadas, de qué hay. ¿Caprese hay?

—Carne hay, caprese hay.

—Bueno, unos chicken fingers y dos caprese, entonces. ¿El aceite está prendido?

—Hay que subirlo a 120, a 130.

—… también hay periodos agónicos largos y otros prácticamente inexistentes. Uno es la lesión del tronco encefálico por un disparo, por un trauma cervical. Hasta aparece el espasmo cadavérico, es más, hay veces que no me puedes sacarle el arma de la mano del espasmo cadavérico. No es la rigidez, es el espasmo. La rigidez empieza a aparecer en forma paulatina de la cabeza hacia los pies hasta hacerse completa a las 24 horas. Esto es inmediato, sí, pero agonizando más de 12 horas, esa es… Cuando uno más conoce, cuanta más experiencia tiene, te vas dando cuenta de esas cosas.

—¿Estuvo consciente?

—Cómo saberlo… A ver, por la hipoxemia, por la falta de oxígeno en sangre, perdés la conciencia, sí, pero cuánto tiempo. Y si estaba inconsciente el organismo sufría igual, la célula sufre igual. No lo hace consciente, por supuesto, porque es una célula, pero no recibía oxígeno.

—¿Pudo evitarse?

—Te voy a decir lo mismo que le dije a los fiscales. Si hay asistencia a mí, como médico de emergencias, es muy raro que se me muera un paciente con un cuadro de edema agudo de pulmón. Lo meto en el shockroom, le pongo oxígeno, diuréticos, se baja un poco la presión para que el corazón no haga tanta fuerza. Y si el paciente no camina con eso, le pongo una bomba de nitroglicerina, una bomba de infusión continua… En 40 minutos, tres horas, el paciente despega. Tuvo que haber estado solo.


JULIÁN DUEÑAS

Licenciado en Periodismo y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección de Comunicación y Publicidad por ESIC. Profesional con 30 años de experiencia, los últimos 15 de ellos como director de la revista GEO, puesto que simultaneó durante otros cinco años con la dirección de la revista gastronómica BEEF! La publicación fue galardonada con el Premio Nacional de Gastronomía bajo su dirección. Es miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).

7 Comments

  1. Conozco a Fede y a Caro ,hace años . Fede tuvo casos emblemáticos y en autopistas que fueron cruciales para definir desde un asesinato,hasta clarificar un accidente. Cómo diríamos en Argentina un profesional elite . Caro fue la pediatra de uno de mis hijos ….. Para los que estamos en nuestra tierra fue una gran sorpresa la decisión que tomaron y lo digo desde un círculo muy íntimo. Las oportunidades y los frutos de aquellos que lo han dejado todo a nivel profesional y como persona ,hoy por hoy es una asignatura pendiente en nuestro bendito país . Hace que aquellos que tengan la oportunidad de probar aires nuevos ,le dé un sentido a la vida .

    Si llegas a tener la oportunidad de volver a verlos , porfavor diles que desde el fin del mundo,en un lugar llamado Don Torcuato,partido de Tigre , Buenos Aires, Argentina.
    Emiliano Salas pudo leer su historia.

    Abrazo gigante

  2. Julian, hacia tiempo que no leia algo como a mi gusta. Me ha fascinado la forma de contar la historia, ampliamente descriptiva, jugando a la rayuela en la frontera de la informacion y la narrativa. He viajado por un ratito a un policial el cual confidente de gafas oscuras y casi proscrito revela datos a un periodista que busca su Watergate. Gracias y felicitaciones!

  3. Estimado Julián! Que profunda esa descripción de ese ser humano tan cálido como lo es Federico. Hombre de gran corazón, compañero, siempre con las palabras justas. Tambien he tenido el placer de trabajar con él. Era un gusto para mí aprender desde su conocimiento. Cómo decimos en Argentina, es un crack! Caro, muy amable las veces que la traté. A muchos nos dió tristeza absoluta cuando supimos que emprenderia nuevos aires. Fue su decisión. Nadie lo aceptaba, bajo ningún punto de vista que él nos dejara casi desolados. En fin. Quedé apenada pero feliz por saber que él y su familia están bien. Dile por favor Julián, que aquí se lo extraña a horrores . Envíale de mi parte, Flavia y de mi hija Sofía, que vivirá en nuestros corazones eternamente. Y tú, un periodista de la hostia. Mil felicitaciones por la entrevista.

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