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La historia de amor y oscuridad del padre Cristian González

A sus 35 años, el padre Cristian González tiene miedo a pocas cosas. La muerte no es una de ellas. Hace años le dedicó su tesina de seminario y más tarde, durante meses, se paseó cogida de su brazo en el penal de Tocorón, el más difícil y duro de Venezuela. Sin embargo, nunca antes la había sentido tan próxima como la noche de pesadilla en la que fue detenido por la Guardia Nacional Bolivariana en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar. Hoy, a salvo en España —ejerce como vicario en la parroquia San Carlos Borromeo de Villanueva de la Cañada (Madrid)—, recuerda aquel incidente no como la noche en la que creyó morir, sino como el día en que empezó a vivir.

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Del ajedrez al karate… y del karate al seminario

Hay sacerdotes que recuerdan haber sentido la llamada del Señor desde niño. El padre Cristian González no es uno de ellos. De hecho, en sus sueños infantiles nunca vislumbró la posibilidad de entregar su vida a la fe. Su incorporación al seminario de Villa de Cura, su localidad natal, fue un proceso lento, difuso e inesperado. Adolescente retraído, siempre encerrado en casa, pasaba las horas jugando al ajedrez —le apasiona— o viendo Dragón Ball Z —a sus 35 años lo sigue haciendo de vez en cuando en YouTube—, la serie japonesa de dibujos animados repleta de tierras exóticas, viajes místicos, guerreros y princesas y monstruos.

La invitación de un amigo le llevó a la práctica del karate. Fue allí, dándose de mamporros en el dojo, cuando un buen día supo de una representación teatral. Desde la parroquia cercana buscaban chicos de la calle, impregnados de mundo, para participar en una función sobre Jesucristo. No tardó en conocer que la actuación llevaba implícita una obligación: la asistencia a la misa dominical. El requisito no molestó al padre Cristian González; llevaba tanto tiempo alejado de la Iglesia que le era indiferente.

La misa no solo le aportó cierta serenidad a su espíritu adolescente, sino que le devolvió recuerdos infantiles que creía olvidados. Reconoció con satisfacción las partes de la liturgia, aquellas que aprendiera de memoria para su Primera Comunión, y encontró un atractivo creciente en su solemnidad antigua.

Fueron, sin embargo, dos jóvenes seminaristas de Maracay los que avivaron su curiosidad. Ataviados con sus sotanas preceptivas parecían lo que eran: mensajeros de Dios. Con el tiempo entablaron una cierta amistad. Hasta que uno de ellos le invitó a asistir a una ordenación sacerdotal. Fue como una revelación. Hoy, aupado sobre el recuerdo de aquella jornada, el padre Cristian González todavía contempla con asombro la procesión fervorosa, los trescientos sacerdotes caminando al unísono, su recogimiento profundo, su devoción absoluta, su compromiso sincero. Y la solemnidad del acto. Una solemnidad como de acontecimiento bíblico. “Ahí me enganché”, reconoce. “Hoy sé que el boato no es lo importante”, se justifica, “pero entonces era casi un niño y me atrapó de tal manera que supe que sería uno de ellos”.

Primero llegaron los grupos parroquiales juveniles, como Juventud Misionera. Con ellos visitó enfermos y con ellos descubrió la atracción por el sexo contrario en una joven belleza del grupo, con quien compartía gustos e inquietudes. Con ella cantó, con ella aprendió a tocar la guitarra y con ella surgieron las primeras dudas, el eterno dilema, la disyuntiva entre el amor terrenal y el amor divino. No fueron novios, pero en aquellos días le habría gustado serlo. Ella —hoy casada y madre de dos niños, con la que todavía mantiene una bonita y sana amistad de llamadas frecuentes y confesiones mutuas— le animó a optar por el seminario. “No sé si es que era muy feo o qué, pero reforzó tanto mi vocación que no tuve dudas”, reconoce.

Después de los grupos parroquiales juveniles llegaron los encuentros vocacionales de los sábados, la asistencia incondicional y casi fanática a las misas del obispo y, finalmente, las primeras y tímidas aproximaciones al seminario. Ni siquiera entonces, estando a sus puertas, sintió el padre Cristian González la llamada violenta e ineludible del Señor. Su vocación sacerdotal maduraba en su interior a fuego lento.

El padre Cristian González en la parroquia San Carlos Borromeo de Villanueva de la Cañada. ©YOURHOMETOWN

JULIÁN DUEÑAS

Licenciado en Periodismo y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección de Comunicación y Publicidad por ESIC. Profesional con 30 años de experiencia, los últimos 15 de ellos como director de la revista GEO, puesto que simultaneó durante otros cinco años con la dirección de la revista gastronómica BEEF! La publicación fue galardonada con el Premio Nacional de Gastronomía bajo su dirección. Es miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).

6 Comments

  1. Yo conozco a Cristian no dudo de su persona y su sacedocio una gran persona y muy especial para mí.

  2. Pater eres un siervo del Amor del Señor, y ee Amor te ilumina a ti y a los qué te conocemos y queremos.
    Cuidate amigo.

  3. Buenos días, hace tempo que leí esta pequeña biografía del Padre Cristian y tenía que comentar algo sobre ella. En realidad sobre él. Para mi el Padre Cristian es una persona llena de bondad, que tiene a Dios siempre con él y luego es muy divertido y un gran amigo. Me ha ayudado en los peores momentos de mi vida y le estaré siempre muy agradecido. Es mi cura favorito

  4. Nosotros, desde Cadalso estamos empezando a conocerle, pero estoy segura que ha cambiado el corazón de muchas personas de nuestro pueblo, para bien y que su labor acaba de comenzar. Solo dar gracias a Dios por habernos traído otro ángel del cielo!

  5. Me ha encantado y emocionado ésta bonita y gran historia, a la vez me he emocionado muchísimo, se me han caído muchas lágrimas. El pobre ha pasado de todo, pero el Señor Le ha acompañado en todos los momentos. Lo bueno, que ahora le tenemos entre nosotros, y esperemos que sea para muchos años. Desde su llegada, creo que ha cambiado muchas cosas entre los vecinos de nuestro pueblo. Enhorabuena Cristian por todo.

  6. Querido Padre Cristian;
    Muchas gracias por compartir este testimonio tan impresionante , sobre tu vida.
    Se cumple » si Dios es con nosotros , quien contra nodotros .🙏
    Tocas la guitarra y cantas como los angeles
    Que Dios te bendiga

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