La misión de cubrir necesidades
Tras el incidente del aeropuerto internacional de Maiquetía Simón Bolívar, en Caracas, el padre Cristian González llega a España sin la posibilidad cierta de regresar y con la voluntad asumida de no hacerlo. Al menos por un buen tiempo. Monseñor Ginés Ramón Beltrán le da cobijo en su diócesis en Getafe y le ofrece un puesto de vicario en Alcorcón, en la parroquia Sagrado Corazón, que él acepta agradecido.
Allí permanecerá dos años, hasta que reorganizaciones internas y la marcha del padre Carlos Ruiz “Chachi”, fundador de la parroquia San Carlos Borromeo junto al padre Gonzalo Pérez-Boccherini como delegado de Juventud, le conducen finalmente a Villanueva de la Cañada, donde se establece como vicario parroquial y vecino. Aquí encuentra una realidad bien diferente a la de su Venezuela natal. También una parroquia con tres sacerdotes y mucho movimiento.
Se hace cargo de Cáritas y la pastoral social, de los retiros de Emaús hombres, de la catequesis de adultos de los sábados, de la organización de los coros y los jardines. Conduce la pastoral de la salud y visita diariamente a los enfermos, coordina con la ayuda de una voluntaria la labor parroquial de los tres sacerdotes en la residencia de ancianos Amavir. También asume, como nombramiento aparte y en solitario, la capilla de la Universidad Alfonso X el Sabio (UAX).
Su día a día no le da tregua: misas, confesiones y despacho por la mañana. Después, hacia el medio día, visita a los enfermos. Los lunes descansa. La tarde de los martes permanece ocupado hasta medianoche con las reuniones de Emaús. La de los miércoles son los grupos RG, los hombres del cursillo de Cristiandad con los que comparte reflexiones. La de los jueves ayuda en las cenas alfa, y los viernes acude a la residencia de ancianos.
Cuando el padre Cristian González llega por fin a casa y se relaja, piensa a veces en cómo hubiera sido su vida de haberse quedado en Venezuela. Recuerda sin ilusión que un día quiso ser periodista, que durante el instituto trabajó en una televisión local y aprendió a editar vídeos y audio. Hay veces que se atreve con los acordes de la guitarra; otras con el cuatro venezolano. Las menos con la batería o la percusión. Como sacerdote reconoce carecer de deseos porque su misión es cubrir necesidades, pero si pudiese formular uno le gustaría estudiar en Roma.
Reconoce también que es feliz en España ayudando al obispo, pero sabe que un día sonará el teléfono, recibirá una orden que no cuestionará y tendrá que marcharse. Le gustaría regresar a Venezuela y reencontrarse con los suyos, pero confiesa que su lugar es ya y para siempre España. De marcharse, cuando lo haga, con él se irá también el recuerdo de su infancia dura, de su familia biológica y de acogida, de su hermano y su amigo muertos, el orgullo de una labor evangelizadora entregada, devota y sincera, y sí, también el recuerdo, visto ya como un mal sueño, de una más que probable muerte violenta.
Yo conozco a Cristian no dudo de su persona y su sacedocio una gran persona y muy especial para mí.
Pater eres un siervo del Amor del Señor, y ee Amor te ilumina a ti y a los qué te conocemos y queremos.
Cuidate amigo.